ENTENDIENDO EL ENTRELAZAMIENTO CUÁNTICO


Todo y todos estamos conectados, es lo que nos están diciendo los últimos estudios científicos. Trasladado a una visión de la realidad que contempla más allá que los aspectos meramente físicos, la conciencia, podemos decir que todos estamos interconectados a nivel energético.



En un principio, el entrelazamiento fue planteado por Einstein, Podolsky y Rosen (Paradoja E.P.R.) para demostrar que la mecánica cuántica era una teoría incompleta. Es lo que Einstein llamó “la acción fantasmal a cierta distancia”. Con el tiempo ha llegado a ser uno de los aspectos más extraños y peculiares de la física cuántica lo que se ha venido en llamar la característica de “no localidad” o “entrelazamiento cuántico”. Albert Einstein no llegó a aceptar el Principio de no localidad, quizá porque el tipo de conexión instantánea requiere que la información viaja a mayor velocidad que la luz, lo cual supone transgredir la velocidad de la luz.

El físico danés Niels Bohr, Premio Nóbel de Física, demostró que las partículas (subatómicas) que entran en contacto siguen manteniendo una influencia mutua e instantánea más allá del tiempo y del espacio, es decir, siguen entrelazadas para siempre aunque no permanezcan juntas. Esta conexión entre partículas fue llamada por el físico norirlandés Jhon S. Bell como “no local”, sin ubicación en el espacio.

Algunos físicos actuales aceptan el Principio de no localidad como una propiedad del universo subatómico, considerando que no es aplicable a objetos de mayor tamaño que un electrón o un fotón. Sin embargo, los científicos Rosenbaum y Sai han explicado que los objetos grandes también están conectados, demostrando que la no localidad también es aplicable al mundo macroscópico y que los átomos también pueden estar afectados por influencias no locales. Sus resultados fueron publicados en el año 2002 en la revista científica Nature.



En el año 2010 el virólogo francés y Premio Nobel de Medicina del año 2008 Luc Montagnier ha publicado un artículo en el que explica que todas las partículas del universo parecen presentar características que indican una conexión a distancia. A grandes rasgos, el experimento que ha realizado se basa en situar en un tubo una secuencia de ADN y en otro solamente agua. Seguidamente, aislaron los dos tubos tratando de anular el efecto del campo electromagnético de la Tierra. Unas horas más tarde, ambos tubos fueron expuestos a la reacción de una enzima. Los resultados concluyeron que fue liberado ADN en los dos tubos, a pesar de haber introducido solo agua en uno de ellos. Para Montagnier y su equipo el ADN emite ondas electromagnéticas y proyecta su estructura en otras moléculas.

Por supuesto que, estos resultados generaron gran controversia entre otros científicos.
A finales del año 2015 investigadores del Instituto Nacional de Normas y Tecnologías de EE.UU. (NIST) están confirmando que es un fenómeno que existe. Los experimentos han demostrado con las mediciones realizadas a fotones enviados a distintos lugares que estaban interrelacionados.

En la misma línea, otros experimentos científicos están poniendo en evidencia que los átomos y las moléculas intercambian constantemente información, tanto en el interior de nuestro cuerpo como en el exterior. Parece ser que toda interacción produce un entrelazamiento, siendo ésta una condición natural del Universo. El físico teórico de la Universidad de Tel Aviv, Benni Reznik afirma que el espacio vacío del que estamos rodeados está lleno de partículas entrelazadas.

El primero que ha defendido que la “nada” o el “vacío” no existe, sino que todo es vibración, ha sido el matemático inglés Paul Durac. Las partículas subatómicas, aunque suelen ser representadas como bolas de billar, parece que son más asimilables a paquetes de ondas vibratorias.
Todo parece indicar que en el mundo cuántico, hay un intercambio constante de energía.

Se han hecho experiencias en laboratorio que así lo demuestran. Dos personas están meditando con la intención de estar conectados. Con unos electrodos se registran las ondas cerebrales. Uno de los participantes está en una caja de Faraday donde no llega ninguna onda eléctrica o electromagnética. El otro participante está fuera sometido a destellos luminosos. El estrés que esto le produce queda reflejado en el electroencefalograma. A la vez que este estrés queda reflejado en los registros. Los registros del participante que está dentro, que no recibe los destellos de luz, también dan muestra de estrés, mostrando el mismo trazado que el participante que ha recibido los estímulos. Esto refleja la comunicación que ha habido entre los cerebros sin que se haya producido intercambio de señales, están conectados a un nivel no local.



Fuente:
“El experimento de la Intención” de Lynne Mctaggart (Ed. Sirio).

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